Visitar la Oktoberfest

Hoy, 4 de octubre, concluye en Munich la Oktoberfest del año 2010. Se trata de la edición número 200 de esta popularísima fiesta, una de las citas obligatorias para millones de turistas de todo el Mundo, que en nuestra reciente visita se nos ha mostrado como un acontecimiento realmente incomparable en el que la cerveza, la comida y el espíritu de buena voluntad y las ganas de diversión de las personas que participan en ella convierten en algo inolvidable.

En VoyaInternet.com ya nos hemos ocupado en los últimos meses de la Oktoberfest con un par de artículos. El primero, en el que detallamos nuestros preparativos y lo que nos estábamos encontrando al diseñar nuestro viaje y, el segundo, con un análisis de precios del viaje para quien se animara acercarse a Munich en estas fechas. Hoy nos toca contaros lo que nos hemos encontrado en la Oktoberfest, ahora que la fiesta se cierra y se hace balance -normalmente, acaba el primer fin de semana de octubre, pero dado que hoy lunes era el festivo conmemorativo de la reunificación alemana, se le da un día de gracia-.

Ambientazo en Munich

Lo primero que se puede decir es que la ciudad- especialmente su zona central y sus transportes públicos- son un hervidero de gente durante los días del festival, aunque aún más durante el fin de semana. Entre ellos, desde luego, muchos turistas procedentes de todos los países del mundo; pero también muchísimos ciudadanos locales que ponían un toque de color con sus trajes típicos: ellos con pantalones cortos de piel, tirantes y camisas de cuadros y ellas con vestidos de colores con la típica blusa blanca. Nos habían avisado que podía ser una fiesta que atrajera a muchos turistas y quizá hubiera perdido algo de la esencia local de antaño, pero nos sorprendió muy alegremente ver la cantidad de gente local vestida para la ocasión.

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Aunque el ambiente de fiesta se vive por toda la ciudad, el epicentro del evento está en la zona de Theresienwiese, aproximadamente un kilómetro al sureste de la estación central de tren -el nudo principal de transporte de la ciudad-. Pese a que hay una estación de metro junto al recinto, el trayecto entre la estación principal y el recinto de la Oktoberfest suele congregar también a muchísima gente.

Los alrededores del recinto de la Oktoberfest nos dan una idea de lo que podemos encontrarnos dentro: mucha gente y, a medida que avanza el día, muchas borracheras. La cerveza circula a raudales por las carpas, por lo que quienes acaban el día y salen del recinto acaban, en ocasiones, tomándose un tiempo para recuperarse -o, directamente, pagando las consecuencias de los excesos- en las proximidades.

Algo más que una simple fiesta de la cerveza

A la entrada del recinto, un gran arco verde nos da la bienvenida a la fiesta. Junto a él, poniendo el contrapunto al significado festivo, el monumento memorial a las víctimas de la bomba colocada allí en 1980, que mató a 13 personas, en el que durante estos días no faltan nunca flores o velas.

Oktoberfest Munich

Entrada al recinto de la Oktoberfest de Munich.

El recinto de la Oktoberfest, a primera vista, no se diferencia mucho de una feria tradicional. Hay una avenida principal, alrededor de la cual está la entrada a la mayoría de las carpas jalonadas por establecimientos de comidas variadas y recuerdos y, en algunas calles secundarias y al fondo del recinto, aparecen atracciones de feria, si bien muy grandes y espectaculares, sobre todo la noria desde la que se domina la vista de toda la feria. Eso sí, sus dimensiones y número de visitantes son impresionantes. Durante todos los días del festival, pero sobre todo los fines de semana, hay decenas de miles de personas recorriendo sus puestos y entrando -o al menos intentándolo- en las carpas donde se desarrolla la parte fundamental de la Oktoberfest.

Las carpas: el centro de la Oktoberfest

Las carpas son el punto clave del recinto y su gran diferencia con cualquier otra feria del Mundo. No debemos pensar en carpas como las tradicionales cubiertas de lona o algo provisional, sino que el concepto es el de auténticos edificios desmontables, con varios cientos de metros cuadrados de extensión, decorados cuidadosamente con motivos bávaros o peculiares de la historia o tradición de cada carpa o la cerveza que se ofrece en ella y con fachadas que no tendrían nada que envidiar a las casas permanentes: desde la que muestra unos autómatas enormes asando un pollo a la de Lowenbrau, con un león giratorio bebiendo cerveza en su cúpula. De media, las carpas de la Oktoberfest de Munich acogen en su interior a unos 5.000 comensales, aunque la más grande llega a los 8.400.

carpas oktoberfest

Una de las carpas de la Oktoberfest

Es en las carpas donde realmente se vive la esencia de la Oktoberfest y, por ello, no se puede hablar de fiesta sin ellas. Su funcionamiento es básico: te sientas en los bancos corridos de madera, pides tus jarras de cerveza de un litro, tu comida o lo que te apetezca, disfrutas de la música de la banda que está en el podio de la carpa, conoces a tus compañeros de mesa y dejas que la cerveza, la música, el ambiente y tus compañeros se combinen para empezar a cantar, hablar, bailar encima de las mesas y divertirte como nunca.

Durante la semana, es raro que todas las carpas estén llenas, por lo que es fácil encontrar un sitio en alguna; pero, durante los fines de semana, la afluencia de visitantes es tal que se llenan desde primera hora de la mañana y es recomendable, incluso, acudir una o dos horas antes de la apertura a hacer cola para garantizarse el sitio. Quien se va, no puede volver, así que la única solución es estar allí bebiendo desde primera hora de la mañana hasta que el cuerpo aguante (o hasta que cierren las carpas a las 11:30 de la noche). Eso sí, el ambiente festivo durante todo el día es impresionante.

Para quienes se quedan fuera de las carpas de la Oktoberfest, queda la opción -si el tiempo lo permite- de las zonas al aire libre que tienen las carpas a su alrededor. Allí es posible moverse, conocer gente y comprar directamente la cerveza a los camareros que la van sacando. No es fácil -digamos casi imposible- encontrar un asiento en los días de más afluencia, ni es demasiado cómodo soportar los apretujones, pero siempre se podrá tomar una cerveza en mitad del ambientazo y conocer a gente interesante.

Luego, para quien quiera seguir con la fiesta, algunos locales de Munich ofrecen fiestas con las que enlazar, que se prolongan hasta bien entrada la noche. Muchos no pueden y, sobre todo, en la zona más cercana al recinto, muchas personas desfilan hacia sus casas o sin rumbo fijo muy afectadas por la cerveza ingerida durante todo el día… a esperar la hora de apertura de las carpas para el día siguiente.

Una fiesta realmente incomparable. Digna de vivirse una vez en la vida, por lo menos. Nosotros ya estamos pensando en repetir.

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