Trabajar en el extranjero: Sí, pero con cabeza

Gracias a varios contactos de Facebook en Escandinavia, he podido conocer en las últimas semanas la situación de un buen número de españoles que han ido a intentar trabajar en Noruega y, al agotar sus ahorros, se ven obligados a dormir en la calle. Es una situación triste, pero que al mismo tiempo me lleva a reflexionar sobre qué tener en cuenta a la hora de intentar la aventura de trabajar en el extranjero.

Concretamente, es en la ciudad de Bergen donde los casos de ciudadanos españoles y de otros países del sur de Europa afectados por la crisis económica que viven en la calle ha empezado a ser noticia en los medios locales y a preocupar a las autoridades y a las organizaciones de asistencia, que no cuentan con recursos suficientes como para atender a todos.

Llama la atención, por lo que cuentan los medios noruegos, que los perfiles de estas personas que se han decidido salir a trabajar en el extranjero son muy dispares. Desde jóvenes en búsqueda de un primer empleo hasta personas de mediana edad recién despedidas de su trabajo, pasando por padres de familia que deciden irse al extranjero en busca de nuevas opciones laborales.

Sin embargo, la situación de todos ellos ha sido bastante similar: llegan a Noruega sin ninguna traba de visado –Noruega es miembro del Espacio Económico Europeo, que permite la libre circulación de trabajadores en su interior- y con algunos cientos de euros en el bolsillo para afrontar los primeros gastos. Cuando los ahorros se acaban antes de encontrar trabajo en Noruega, algo que sucede muy rápido en un país tan caro, se ven obligados a dormir en la calle mientras siguen con la búsqueda de empleo. Algunos de ellos no tienen nada a lo que agarrarse en España, pero otros prefieren estar en esta situación que volver sin haber conseguido nada.

Todos conocemos la mala situación del mercado laboral en España, pero es difícil entender que alguien llegue a situaciones tan difíciles en su lucha por conseguir trabajar en el extranjero. No he contactado con ellos, pero me pregunto por qué- entre todas las opciones- eligieron una ciudad tan fría, cara y diferente como Bergen para probar suerte. ¿Conocían anteriormente el país? ¿Tenían algún contacto en la ciudad? ¿Sabían el idioma local o, al menos, se defendían en inglés? ¿Qué fue lo que les hizo decantarse por buscar trabajo en Bergen? ¿Fue algún programa de televisión, algún conocido, la lectura de algún artículo, las estadísticas de paro y sueldos o, simplemente, la intuición les indicó que Noruega la mejor elección para irse al extranjero?

Cosas a tener en cuenta antes de irse al extranjero

Así que, después de tres experiencias laborales en el extranjero y con la cuarta en el horizonte, aprovecho estas preguntas para hacer una recopilación de factores que creo que puede ser importante tener en cuenta a la hora de irse a trabajar al extranjero.

1.- Sé realista y analiza tu situación y capacidades antes de dar el salto

“No dejes que la realidad te estropeé una buena historia”, se dice de los periodistas malos. Pues a la hora de ir a trabajar al extranjero es lo mismo. El sueño de vida futura que tienes en un país no tiene por qué parecerse a la realidad que puedes vivir en él. Estos sueños, imágenes y esperanzas llevan a demasiada gente a desplazarse impulsivamente y a rechazar cualquier pensamiento racional que pueda amenazarlos. Básicamente, llega por dejarnos guiar por alguna impresión positiva –sea por unas imágenes de televisión, por un artículo o por alguien que ha estado en el lugar- y aferrarnos a ella como única fuente de información. El riesgo de fracaso, es máximo.

Piensa bien qué eres, cómo eres y si estás en situación de ir al extranjero con ciertas garantías de éxito. Sé consciente de que si no sabes el idioma local lo tendrás complicado para trabajar y que, sin poder comunicarte mínimamente aunque sea en inglés, será muy probable que antes tengas que superar este escollo. Piensa también en qué eres bueno y si el lugar donde quieres ir te dará oportunidades de trabajar en ello. Y, si lo que quieres es mejorar tu situación laboral más que una experiencia personal, piensa también si es realista encontrar algo mejor de lo que tienes en tu nuevo destino. Analiza tus ahorros y los gastos iniciales que te supondrá el intento y posibles compromisos que te puedan hacer volver al poco tiempo.

No todo el mundo está capacitado para trabajar en el extranjero desde el primer momento. No estar preparado no significa ser peor que nadie, sino que hay algunos aspectos que no se ajustan a tu perfil. El que lo entiende, puede seguir formándose, esperar un tiempo e intentar la aventura con más posibilidades de éxito antes de irse al extranjero.

2.- Infórmate y elige un país en consecuencia

¿Cómo elegimos el país o la ciudad a la que vamos? Algunas personas lo tienen más fácil que otras: los Erasmus que vuelven al país donde estudiaron, aquellos que tienen familia o amigos residiendo en alguna ciudad determinada o los que tienen algún tipo de vinculación especial con algún país o hablan un idioma que les facilite trabajar en el extranjero.

El problema llega, en muchos casos, con personas que no cuentan con ese plus y quieren o tienen que irse al extranjero. ¿Dónde ir? Desgraciadamente, en algunos casos los programas de televisión han influido negativamente en las percepciones. Programas como Españoles por el Mundo o similares dan una imagen siempre bondadosa de los países y de quienes han emprendido la aventura. A los que no tienen éxito en su aventura no les buscan, ni ellos quieren aparecer; y quienes tienen éxito y aparecen, tienden a autoelogiarse mostrándose extremadamente felices. A esto, se le añaden algunos países en los que se mencionan sueldos astronómicos sin las contrapartidas necesarias para la vida diaria, y ya tenemos gente que arde en deseos de trabajar en Noruega sin conocer de nada el país.

Los conocidos, o conocidos de conocidos del país al que quieres viajar son una buena fuente de información sobre la situación. Si no puedes recurrir a nadie, los foros de Internet –como Spaniards– pueden darte información valiosísima y buenos contactos. Busca en Internet blogs de personas que residan en la zona y pásate por servicios de empleo como Eures o webs de trabajo internacionales como Monster para ver si hay ofertas de empleo y qué tipo de trabajadores se necesitan. Busca un lugar donde ir a trabajar en el que puedas aprovechar tus posibilidades y piensa si puedes encajar en el carácter o sociedad local. Y piensa también en dónde te van a dejar trabajar sin problemas burocráticos y dónde vas a tener que pelearte por un visado (caso de los que deciden irse a trabajar a Canadá, por ejemplo).

La elección del destino donde vamos a trabajar en el extranjero es una parte fundamental del éxito. Cuídala muy bien y evita cantos de sirena de destinos que parecen idílicos en televisión. Busca varias fuentes de información antes de decidirte.

3.- Busca trabajo desde España

No es fácil, pero es la situación ideal: ir a un destino con el trabajo ya conseguido. Puedes intentarlo con la red europea de búsqueda de empleo Eures (bastante limitada) o a través de portales de búsqueda de trabajo internacionales como Monster. Las agencias que ofrecen estancia y trabajo en el extranjero desde España son una buena opción para estudiantes o gente sin conocimientos mínimos del idioma loca, pero los casos en que decepcionan son numerosos.

Por cierto, es mucho más fácil encontrar trabajos en el extranjero si no tienes acotada ninguna zona geográfica. Si estás abierto a varios destinos, es más fácil que si te centras en uno solo.

4.- No pongas expectativas muy altas ni fanfarronees

Es lo peor que puede pasar. Decidir irse al extranjero y venderse a sí mismo y a los demás que vas a volver como triunfador. La mentalidad positiva es importante, pero los castillos en el aire son ridículos. Cuanto más alto creas que vas a llegar, más frustrado te sentirás cuando estés abajo y cargarás con más presión y decepción.

Peor aún en muchos casos, es vender tu viaje como una garantía de éxito ante tu entorno. Cuanto más hayas presumido de ello, más temor a la reacción de familiares y amigos ante lo que consigas, más barreras para volver a casa en caso de fracaso y, sobre todo, más sentimiento de derrota e impotencia cuando te toca volver en mala situación.

Las expectativas bajas y la mente abierta al irse al extranjero te pueden permitir ir avanzando poco a poco; sin presión, ni objetivos autoimpuestos, lo que te permitirá vivir más tranquilo y poder sentirte satisfecho, además de poder volver sintiéndote muy digno si las cosas no salen bien.

5.- Volver no tiene por qué ser un fracaso

Las cosas no siempre salen bien cuando salimos a trabajar en el extranjero y hay mucha gente que tiene que volver a los pocos días o semanas sin éxito y desilusionados, después de haber agotado todos sus ahorros o esperanzas de encontrar trabajo. Muchos lo ven como un fracaso –especialmente los que más alardearon de que se iban-, cuando en realidad no tiene por qué serlo. Es cierto que la constancia y la perseverancia son fundamentales a la hora de intentar buscar trabajo fuera, pero hay momentos en los que es necesario poner un límite y dejar de darse cabezazos contra una pared infranqueable.

El fracaso no es haber tenido que volverse, sino que hubiera sido no haberlo intentado. Muchos de los que se aferran a la aventura en situaciones penosas, como algunos de los emigrantes españoles en Noruega que citaba al principio del artículo, sienten que no pueden volver a casa con las manos vacías, pero deben pensar también que el dolor que para familiares y amigos supone saber que estás durmiendo en la calle no podrá compensar jamás lo que puedas aportar económicamente. Cuando no se tiene nada, es lógico intentarlo hasta el final; pero cuando se puede regresar hay que plantearse volver a hacerlo en algún momento.

Además, el hecho de regresar de una búsqueda fallida de trabajo en el extranjero no significa no poder volver a intentarlo. Al contrario, es la mejor situación para hacerlo, gracias a la experiencia anterior y todos los trucos, consejos y opciones que se han adquirido durante la búsqueda anterior. No es un fracaso, es un primer intento.

Así que, aunque pueda sonar pesimista, guarda siempre en tu reserva de ahorros una cantidad suficiente para pagarte un billete de vuelta a casa y evita sufrimiento innecesario. Ya tendrás tiempo de volver a intentar ir al extranjero más formado y con experiencia en la búsqueda.

6.- Cuando llegas a un lugar nuevo, empiezas de cero

Cuando sales a trabajar en el extranjero debes tener siempre en cuenta que eres un invitado. Nadie tiene la obligación de adaptarse a tus costumbres o hábitos y puede que te encuentres con ideas absolutamente opuestas a las tuyas que tendrás que tolerar forzosamente. Tu posición social o la red de contactos que tejiste en España no es aplicable aquí y tendrás que volver a empezar de cero. No eres nadie y tendrás que crearte una nueva posición desde cero o desde los escasos contactos que puedas tener en el lugar. Parece lógico, pero a la hora de la verdad resulta un ejercicio de humildad especialmente difícil para los que se creen en una posición social más elevada.

La adaptación siempre resulta algo más fácil para un trabajador cualificado que llega al país con trabajo, ya que siempre tiene un entorno laboral en el que interactuar; pero se hace realmente difícil para quien empieza desde cero.

Es el auténtico desafío del largo plazo y en cada país y cada persona lo afrontará de manera diferente. Habrá lugares donde la asimilación sea más fácil y donde uno pueda sentirse parte del país rápidamente. En otros, por el contrario, nunca te sentirás bien del todo, pero debes intentar que tu vida pueda correr paralela a la de la sociedad de acogida sin que perjudique tu situación laboral o personal.

6 Responses to “Trabajar en el extranjero: Sí, pero con cabeza”

  1. Sí, la necesidad apremia y la gente se arriesga a la aventura, pero hay que ir muy bien preparados y con un plan B por si las moscas. o de Noruega es tremendo.

  2. Y no te olvides de los centros de emigrantes, Casas de España (ahora rebautizadas con el nombre Instituto Cervantes), clubs de emigrantes de los años 60-70. Todos esos pueden ayudar a conocer gente y seguir adelante en el nuevo país.

    Suerte a todos.