Toledo, a 100 kilómetros de Detroit

Son cerca de las tres de la mañana cuando el tren en el que estoy viajando se detiene. Me despierto, miro por la ventanilla en la estación en que nos hemos detenido y me encuentro con un nombre familiar: Toledo. Me sonrío. No tendría nada de especial si no fuera porque estamos a orillas del Lago Erie y el tren en el que viajo me lleva desde Chicago hasta Buffalo.

El Toledo de los Estados Unidos está situado al oeste del estado de Ohio, muy cerca de la frontera del estado de Michigan y a aproximadamente unos 100 kilómetros de Detroit, capital de éste estado. No es una de las ciudades más relevantes de los Estados Unidos, pero sí que está entre las principales ciudades del estado de Ohio, superada en población sólo por Columbus, Cleveland y Cincinnati y tiene cierta fama como sede de algunas industrias vidrieras y del sector del automóvil. Precisamente la industria cristalera es la que le da el apodo de «Glass City».

Supera en población a la Toledo española. A día de hoy, cuenta con cerca de 250.000 habitantes en su casco urbano, una cifra que supera las 600.000 personas si tenemos en cuenta toda su área metropolitana. El «Río Tajo local» es el Maumee que desemboca en el vecino Lago Erie, uno de los Grandes Lagos situados entre Estados Unidos y Canadá.

Toledo Ohio

Toledo, Ohio (Estados Unidos) – Imagen: Wikimedia.org

Toledo es una ciudad industrial a la que últimamente no parecen marcharle muy bien las cosas. En el año 2011 fue declarada una de las ciudades más arruinadas de los Estados Unidos y otras estadísticas apuntan a que algunos barrios de su centro tienen la mayor tasa de pobreza de todo el país. A esto ha contribuido decisivamente el declive de la industria del automóvil.

No obstante, en los últimos tiempos ha estado bastante de actualidad por su relevancia dentro del estado de Ohio en las elecciones presidenciales del año 2012, en las que Barack Obama revalidó su puesto como presidente de los Estados Unidos.

Sin relación aparente

No es extraño que algunas ciudades americanas tengan el mismo nombre de otras ciudades europeas, en honor a descubridores, conquistadores o a los emigrantes que las fundaron. Son casos como los de la argentina Córdoba, la mexicana Guadalajara, la estadounidense Frankfurt o las canadienses Londres o Windsor.

Sin embargo, en el caso de Toledo tenemos la contradicción de encontrarnos con una ciudad en el norte de Estados Unidos, sin historia de colonización española y en una región poblada- principalmente- por descendientes de inmigrantes procedentes del norte de Europa. En ese caso, ¿de dónde le viene el nombre y el vínculo?

La obligada consulta a Wikipedia también plantea el dilema, pero no nos saca de dudas. Al parecer, la ciudad surge por la unión de dos asentamientos creados anteriormente que respondían a los nombres de Port Lawrence y Vistula, sin que ninguno de ellos tuviera vinculación con España u otras naciones latinoamericanas. En 1833, los habitantes de la nueva ciudad decidieron darle el nombre de Toledo, en una decisión que parece totalmente arbitraria y cuyo origen no queda muy claro.

Hay varias versiones. La más romántica y cultural apunta al escritor Washington Irving, quien supuestamente estuvo de viaje en España y sugirió el nombre de esta ciudad a su hermano -residente en ella-. Sin embargo, parece que la explicación más realista es que fue escogida sin ningún tipo de motivación geográfica, basándose únicamente en que el nombre sonaba bien y que, en aquel momento, no había ninguna otra ciudad con ese nombre en América del Norte (posteriormente se fundarían otras Toledo en estados del Oeste como Oregón o Washington).

Lo curioso es que, si fuera así, se habría creado de un modo absolutamente fortuito un fuerte vínculo entre dos ciudades homónimas de diferentes continentes sin ninguna relación anterior que derivó, incluso, en el hermanamiento entre ambas en 1931. Un acontecimiento notable ya que, según los datos de Wikipedia, se trata del primer hermanamiento entre ciudades en la que participaba una localidad de América del Norte.

Y- como anécdota de la cultura popular- hay un personaje que llevó el nombre de la Toledo de Estados Unidos a la televisión en los años 80 en la popular serie MASH: el enfermero Maxwell Klinger, conocido por sus habituales extravagancias y su afición por vestir ropa de mujer, quien hablaba frecuentemente de su ciudad natal en los capítulos de la serie.

PD: Curiosamente, no es la primera vez que hablamos en este blog de una ciudad hermanada con la capital de Castilla la Mancha, ya que hace algo más de un año visitamos la ciudad de Nara, con quien también le unen lazos de amistad.

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