Riga: Turismo sexual que ensucia un bello centro

Uno de los grandes fallos de los blogs de viajes es que, en muchas ocasiones, todo al hablar de un destino concreto es positivo y maravilloso. Sin embargo, hoy queremos que no sea así, porque cuando hay algo en una ciudad que ha evolucionado mal, hay que decirlo. Para este peculiar tirón de orejas, queremos centrarnos en Riga, la capital de Letonia. Una ciudad que ha convertido un centro histórico bonito y agradable en una sucesión de clubes de stip-tease, despedidas de soltero, discotecas repletas de «buitres de la noche» y peleas, hasta convertirlo en uno de los grandes destinos de turismo sexual de Europa.

De las tres capitales bálticas, Riga es -sin duda- la más urbana. Tanto Tallin como Vilnius tienen una vida más de ciudad pequeña, con centros de calles estrechas y monumentales y un ritmo de vida bastante más calmado que el de la capital de Letonia. Riga es la más poblada de las tres, la que cuenta con mayores avenidas y la que sirve como gran hub aéreo de la región, con muchísimas rutas desde su aeropuerto -sobre todo con Air Baltic-. Es, por muchas razones, la gran puerta de entrada a los Países Bálticos desde el continente europeo.

El centro de la ciudad es bastante agradable y muy vivo al mismo tiempo. Quizá no haya un estilo tan definido como el medieval de Tallin o el barroco de Vilnius, pero la arquitectura es cuidada, los edificios han sido bien conservados y hay algunas vistas destacables- como la Catedral y su torre o la Casa de las Cabezas Negras, que bien puede recordar a edificios holandeses-. Su pasado hanseático y su arquitectura Art Nouveau han facilitado que, incluso, la UNESCO haya declarado el centro histórico de Riga como Patrimonio de la Humanidad.

El nuevo turismo de Riga: Mujeres guapas y despedidas de soltero

Riga Turismo - Centro histórico

Casa de las Cabezas Negras, en el centro de Riga

Parece un lugar bonito y turísticamente interesante. Entonces, ¿cuál es el problema del centro histórico de Riga?

Nosotros visitamos Riga en dos ocasiones, en el año 2005 y en el 2008. En la primera ocasión, las líneas aéreas de bajo coste comenzaban a llegar a la ciudad y a abrir Letonia a Europa a precios económicos. Nos encontramos con un centro histórico agradable, lleno de bares y restaurantes con precios relativamente económicos, terrazas con buena cerveza en algunas plazas destacadas de la ciudad y una cantidad razonable de turistas de todo tipo, procedencia y condición. Sí que nos llamó la atención, también, que había algunos clubes de strip-tease en el centro de la ciudad que se promocionaban más o menos discretamente por gente que repartía folletos en las calles. Era un destino tranquilo y fue una escapada de la que sacamos muy buenas impresiones.

Tres años después, el paisaje urbano seguía siendo el mismo, pero algo había cambiado. Seguía habiendo restaurantes y bares, pero nos llamó la atención que los precios estaban muy por encima de los que nos habíamos encontrado hacía unos años, hasta niveles superiores a los españoles. Las discotecas y los albergues juveniles florecían como champiñones. Los clubes de strip-tease cada vez eran más y, no sólo eso, sino que enviaban a personas a las calles a captar a posibles clientes de cualquier modo. Ya no eran sencillos folletos, sino personas que te paraban en la calle y te ofrecían acceso sin cortarse, insistiendo o, incluso, agarrándote de un brazo. Como si fueran relaciones públicas de discoteca, pero siendo en realidad clubes de strip-tease. Salvo casos puntuales, no eran especialmente agresivos, pero sí que podían llegar a ser groseros.

Vimos, también, un cambio importante en el perfil de los visitantes. Eran más que antes y, sobre todo, hombres jóvenes, procedentes de las Islas Británicas y el Centro y Norte de Europa, muchos de ellos en grupos de despedidas de soltero y más aún totalmente borrachos. En los bares de copas y discotecas, abundaban los turistas occidentales, muchos de ellos dedicados exclusivamente a acercarse a las mujeres locales. Ante ello, muchos ciudadanos locales reaccionaban con bastante desprecio ante cualquier pregunta o gesto de los turistas, cuando no surgían situaciones violentas o agresivas en algunos bares. En aquel momento, la situación era tan agobiante que las autoridades locales tenían problemas para gestionar los incidentes que provocaban las despedidas de soltero e, incluso, iniciaban campañas para «disuadir» a la población de buscar aventuras pasajeras con los turistas. Esa es la fama de Riga: Turismo de desenfreno y bajo vientre.

No era raro, incluso, que los clubes de strip-tease y los albergues juveniles del centro de Riga estuvieran en el mismo edificio y tuvieran los mismos dueños. En otros casos, la coincidencia era únicamente en el lugar y no tanto con los propietarios. En uno de los albergues que estuvimos, compartían edificio con un club de strip-tease con el que tenían graves conflictos y recomendaban encarecidamente a sus huéspedes que no lo visitaran. En varios de los tablones de anuncios del albergue se habían colgado carteles con reglas muy estrictas sobre acompañantes que se podian traer y comentarios sobre experiencias de personas que habían dedicido entrar en estos clubes o dejarse acompañar por alguna desconocida.

«Si quieres ver mujeres desnudas, vete a tu país»

Allí nos comentaron que el «modus operandi» de los clubes era el siguiente: captaban a sus clientes entre los turistas extranjeros que paseaban por la calle, preferentemente entre los grupos de turistas de despedida de soltero o que ya llevaban encima unas cuantas cervezas. Normalmente, se les ofrece una cerveza gratis y se les invita a que entren y echen un vistazo. Una vez dentro, se les acercan algunas de las mujeres que están allí, ofrecen conversación y piden que se les invite a una o varias bebidas. Después de cierto tiempo, cuando el visitante quiere irse, se le presenta una cuenta elevadísima. Da igual que el visitante diga que no tiene dinero, ya que contará con la compañía de alguna persona corpulenta y agresiva hasta algún cajero automático. Si, aun así, el visitante se niega a pagar la cuenta, es más que probable que acabe recibiendo una paliza.

Sobra decir que este tipo de locales están controlados en muchas ocasiones por mafias rusas o letonas y las mujeres que trabajan en ellos son, en muchas ocasiones, víctimas del tráfico de personas. Entrar en ellos es fomentar este tipo de esclavitud, pero aun así siguen captando clientes.

No es nuevo que en muchas ciudades existan clubes de strip-tease destinados a los turistas, pero lo que llama la atención en Riga es que existan tantísimos, tan visibles, que actúen tan descaradamente y se hayan convertido en la actividad más visible y representativa del centro histórico de la ciudad. Para muchos turistas será una manera desagradable de convertir una zona muy bonita en un lugar muy desagradable.

El mejor resumen y la mejor recomendación, la encontramos colgada en el tablón de anuncios del albergue: «Si quieres ver mujeres desnudas, vete a tu país».

No todo es tan malo

No obstante, si somos capaces de escapar de este ambiente y tratar de disfrutar del turismo en Riga ignorando determinadas actividades, hay que decir también que el centro histórico de Riga ofrece una gran vida nocturna. Hay muchos bares, varias discotecas muy recomendadas y, para los más tranquilos, restaurantes y terrazas extremadamente agradables.Es un destino especialmente indicado para la gente joven, con buenas opciones de ocio y muchos alojamientos económicos.

Eso sí, hay que tener en cuenta el entorno. Hay que evitar a los relaciones públicas de los clubes de strip-tease y sus trucos para atraerte a sus establecimientos. Hay que tener, también, mucho cuidado con los turistas borrachos y proclives a la bronca. Si se quiere conocer a alguien en un bar, hay que tener en cuenta que hay muchas personas muy insistentes y entender que las mujeres locales pueden estar hartas de intentos de que las conozcan, con lo que es muy fácil recibir negativas en tonos muy desagradables. Cuidado, también, con los ligues de una noche demasiado sencillos.

Riga y turismo sexual son términos que, desgraciadamente, van muy de la mano en los últimos años y hay que tenerlo en cuenta a la hora de visitar la capital de Letonia. A día de hoy, es un destino muy poco recomendable para visitar en familia. De todos modos, no es un lugar a evitar. Es una visita agradable y aconsejable para la mayor parte de los turistas, pero conviene saber cuál es la situación y tomar ciertas precauciones a la hora de moverse por la noche de Riga.

One Response to “Riga: Turismo sexual que ensucia un bello centro”

  1. Hola: Ante todo felicitar por este valiosisimo articulo. Soy Español, concretamente de La Coruña y he estado tres veces en Riga con 47 años y vi el degenere año tras año. Suscribo todo lo referente a este post. El degenere de Riga es tal, que no pienso volver a no ser con varios guardaspaldas, menuda gentuza De los siete amigos que fuimos a todos nos paso algo. Todos van a timarte, robarte,engañarte, desde echarnos de una discoteca a empujones (menos mal)sin ningún motivo, a encerrar a alguno en clubes reclamandole 500 euros por dos consumiciones y tener que pagar el taxista y luego dárselo en el hotel. A otros acompañarlos con matones al hotel a por dinero después de pasarles desorbitadas facturas y llegando los matones a entrar en la habitación. Lleno de matones, que asco de gente,yo los borraba del mapa con una bomba nuclear a estos mierdas y por supuesto de la UE, un país que te encierra a la mínima y la policía la más corrupta de la UE.