Ginza, el lujo de Tokio

Dejamos para la noche nuestra primera visita a la parte más noble y lujosa de la ciudad, la de Ginza. Quizá no sea el mejor momento para conocer la auténtica milla de oro de la ciudad, pero sigue dejándonos ver muy claramente su esencia de lujo aun con las tiendas cerradas. Otro día volveríamos por la mañana y lo veríamos en toda su plenitud.

Ginza está articulada principalmente en torno a dos avenidas rectas –Harumi Dori y Cho Dori– que se cruzan en una plaza que representa el corazón de la zona. Desde allí podemos caminar tranquilamente por cualquiera de ellas disfrutando de las luces de las calles que rodean las tiendas más elegantes de la ciudad.

A partir de las 8 de la noche, Ginza no tiene el mismo corazón de lujo que durante las horas comerciales, pero eso no quiere decir que esté muerta, ni mucho menos. Quizá haya menos gente por la calle, pero eso no quiere decir que no haya vida, sino que se ha desplazado más a los elegantes restaurantes de la zona que, en muchos casos, se encuentran en las plantas superiores de los edificios.

Aunque ya hemos visto en otras zonas que en Tokio es bastante normal que restaurantes y otros negocios estén situados en plantas superiores de los edificios, mi compañero de viaje me apunta que en esta zona el precio del alquiler debe ser especialmente caro como para mantenerlos a pie de calle. Pero las enormes filas de taxis que ocupan cientos de metros a cada lado de la calle principal se empeñan en recordarnos que, aunque la vida nocturna de Ginza no se vea, existe, y debe ser especialmente cara.

Ginza

Ginza es la zona de lujo de Tokio, donde se concentran las tiendas de las grandes marcas.

Los vicios más caros de Tokio

A Ginza llegan también los vicios más caros de la ciudad, como uno puede comprobar fácilmente si se equivoca de calle y se adentra por alguna de las calles menos transitadas de la zona. En esas primeras horas de la noche, sorprende ver a señores elegantes, muy bien trajeados, con un paraguas en la mano plantados en mitad de las calles de la zona y dirigiéndose a algunas de las personas que pasaban por la zona.

Algo raro intuíamos que podía pasar en aquella zona cuando vimos también pequeños puestos de venta de flores e individuos que ponían una mesa en plena calle con un símbolo para indicar que leían la mano. Pero nuestras sospechas se confirmaron cuando uno de estos hombres trajeados, que no debió vernos tan arrastrados como el resto, se acercó a nosotros para ofrecernos la compañía de una señorita. Fue poco después cuando empezamos a darnos cuenta de que, en un segundo plano de la calle, en lugares muy discretos, aparecían mujeres elegantísimas con sus vestidos de noche o, incluso, con un traje tradicional. Fue también aquel momento en el que nos dimos cuenta como dos tipos enormes como armarios, no menos elegantemente vestidos, seguían nuestro camino a una distancia prudencial hasta que volvimos a tomar la calle principal.

Hemos visto Ginza de noche; sus luces reales, sus sombras metafóricas y sus interminables filas de taxi. Hemos olido el dinero, pero aún no lo hemos visto moverse.

Ginza por el día

Cuando volvimos a Ginza por la mañana nos encontramos la vida comercial y las tiendas de lujo en estado puro. Es la hora de ver cómo es la cientela que entra y sale de Tiffany’s, Chanel, Dior o el edificio entero que tiene Emporio Armani.

Tiffany Ginza

Entrada a la joyería Tifanny’s, en Ginza.

Ginza recuerda mucho a algunas zonas de Nueva York. Las calles rectas, el movimiento continuo de personas, la cantidad de taxis que recorren sus calles. Y, claro está, las grandes tiendas de lujo. En Ginza, por el día, todo es público. Nada que ver con ese ocio de lujo casi escondido que pudimos contemplar en sus calles de noche. El dinero se mueve y se nota cómo se mueve.

Por mucho que uno se sienta fuera de sitio, y más si va como turista con la cámara a cuestas, pasar por Guinza en horario comercial es toda una experiencia.

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